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Educación Europea

LA Educación Europea

LA Unión Europea fue fundada al rededor de los años 50, cuando los padres fundadores (Schuman, Bech, Churchill, Adenauer…) decidieron que era hora de llegar a diferentes acuerdos para que no se repitiera una guerra, ahí se crearon la Comunidad Europea y la Unión Europea, con organismos para controlar el carbón, el acero o la energía nuclear. A partir de ese momento, ha ido evolucionando en una serie de instituciones muy importantes que regulan muchísimos aspectos, como son un mercado interior, la cultura y la educación. Y eso, nunca debemos olvidarlo.

El día 8 de noviembre de 2016 me encontraba, junto con un grupo de consejeros de la ONCE, en un viaje a Bruselas que nos llevaría por algunas de las instituciones principales de la Unión Europea. Este viaje nos hizo reflexionar a todos. En él aprendimos cómo algunas personas que trabajan para la Unión Europea realizan sus funciones y los “obstáculos” políticos internos que están siempre presentes en tres organizaciones que trabajan juntas pero a la vez se regulan entre sí como son el Consejo (el poder de los Estados Miembros como países), la Comisión (la voz de la Unión), y el Parlamento (los ciudadanos).

Pongo obstáculos entre comillas porque me refiero a barreras políticas, barreras como son los intereses de otras personas, empresas, estados… Que existen en la Unión Europea y que la gente no conoce o no les da importancia. No voy a explicar cómo funciona la Unión Europea porque se trata de información que todo el mundo puede conseguir de forma fácil por internet, además de que la mayoría de lectores ya estarán familiarizados con los asuntos europeos y sus complejidades, que son más o menos las mismas que en cualquier órgano político, ya sea de un país, de un estado o de una organización. Aún así, voy a ponerles un breve ejemplo que les ayudará a tomar perspectivas:

Existe una Convención de la Organización de Naciones Unidas (ONU) que la mayoría de personas no conoce pero que está presente y que hay que tener en cuenta. Ésta es la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (CDPD) que Europa adoptó en 2007 y es la Convención más importante y, de hecho, fue la primera Convención que la Unión Europea ratificó en su conjunto (aunque algunos de los Estados Miembros ya la habían firmado, España siendo el primero). Esta Convención recoge muchísimos aspectos sobre la vida diaria y sobre las libertades y derechos de las personas con discapacidad, como son la accesibilidad, el acceso al transporte, al empleo o a la educación. Esta información es de dominio público y puede encontrarse con una búsqueda de Google en internet.

Según esta Convención, cada país debe, una vez ratificada, proporcionar cada cierto tiempo una lista de puntos que se han llevado a cabo para aplicar esta Convención a la legislación nacional de ese país; a partir de ahí, existe un Comité que controla lo que ha hecho ese país y las cosas que aún deben hacerse y que proporciona instrucciones (recomendaciones) para el país. Obviamente sería ideal que cada país hiciera todo lo posible para implementar esta Convención, pero debemos ser realistas y entender que no puede hacerse todo; la política siempre se toma su tiempo y eso no es malo, es ley de vida.

Pero hablemos de la Unión Europea. La Unión Europea ha firmado esta Convención como organización, es decir que también debe hacer lo posible para promover leyes que afecten a todos los países europeos.

De ahí surge el Acta Europea de accesibilidad, una directiva que pretende fomentar la accesibilidad de muchos servicios (más que nada la tecnología y los servicios de transporte). Este Acta lleva ya más de ocho años de negociación y aún no se ha llegado a un acuerdo. Esto, aunque es solamente un ejemplo, es muy importante tenerlo en cuenta porque como hemos dicho este acta apareció como una medida para hacer frente a la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad. Los Estados Miembros de la UE, a través del Consejo, han hecho más de 1000 enmiendas a este Acta. Esto significa que, aunque los esfuerzos están ahí, al final se hacen tantos cambios que nada tiene que ver con el texto original, he ahí la cuestión. El progreso es lento ya de por sí, y esto es solo un ejemplo. El dinero mueve muchísimas cosas y muchas empresas y gobiernos no creen que las personas con discapacidad sean un mercado rentable. Con este pequeño ejemplo pongo en perspectiva el hecho de que las instituciones europeas trabajan en conjunto pero, como hay muchos intereses distintos, los acuerdos se hacen esperar.

Pero el día 8 de noviembre fue también importante por otro hecho. El Sr. Donald Trump fue elegido Presidente de los Estados Unidos de América, un golpe inesperado para los europeístas y una victoria para los populistas y nacionalistas. Los primeros en felicitar al Sr. Trump fueron los nacionalistas franceses y alemanes, con unos tweets para poner a más de uno los pelos de punta. La noticia de que Trump fue elegido presidente resultó chocante incluso para muchos americanos, que no pueden ni siquiera empezar a imaginar cómo la presidencia de Trump afectará a sus vidas (solo hace falta echar un vistazo a los consejeros que ha elegido). En junio fueron los ingleses los primeros en decidir que querían salir de la Unión Europea y otros países podrían seguirles (esperemos que no). Pero el problema está en que no somos conscientes de lo que pasa en nuestros países. No puedo evitar pensar en el pseudoreferéndum que se hizo en Cataluña durante la presidencia del Sr. Mas; que no es que esté en contra de que los catalanes podamos elegir si queremos estar o no en España, ni mucho menos. Pero el hecho es que votaron alrededor de 3 millones de personas. ¿Y los demás? Somos 7 millones en Cataluña. El problema es que la gente que quiere cambiar va a votar, y los demás no votan. Unos porque no les importa, otros porque piensan que su voto no cambiará nada (los votantes de baja autoestima, que les llamo yo) y otros simplemente por ignorancia o desconocimiento. Incluso me atrevería a decir que hay gente que vota por influencia: “¿A quién vas a votar? Ah, vale, yo también”. Tenemos que aprender. No podemos vivir en la ignorancia porque el fútbol, el Gran Hermano (el programa de televisión que lleva ya tropecientas ediciones) y el pasotismo nos vuelven dóciles e ignorantes. Estamos en una época de cambios y, la gente que “sabe” va a votar y el que permanece en la ignorancia no va a votar, es un hecho. Tenemos que informarnos de lo que Europa hace por nosotros, de la importancia de permanecer unidos para que no se repita la historia. Bruselas, el 14 de noviembre, hablaba de la “defensa europea para la era Donald Trump”. Esto son palabras bonitas para un ejército europeo, ni más ni menos, no nos dejemos engañar. No es ninguna broma.

Hablemos a la gente de Europa. No hace falta repartir folletos, como si fuéramos religiosos hambrientos de conversos, pero hay que educar. Quizá con un poco de historia o hablar de leyes europeas, que serían diferentes si no existiera ese organismo común de países: Las comodidades para viajar, el estado del bienestar, el comercio interior… Todo eso son ventajas de permanecer unidos que podrían desaparecer si nos dejamos engañar por los populistas. En España tenemos a un CiU y un PNV que, en mi opinión, no tienen cabida en una sociedad global; el mundo se está globalizando y eso es un hecho. Pero en España no somos los únicos, en Alemania por ejemplo tienen el AfD (Alternativa para alemania) que está ganando fuerza también. Esperemos que, al final, se haga lo correcto, No debemos separarnos porque, de hacerlo, perderemos todos.